Dentro del mágico mundo del Tarot, los Arcanos mayores conforman las 22 cartas principales de cualquier mazo, representando los arquetipos universales que son todos aquellos aspectos comunes a todos los seres humanos.
La sacerdotisa es la matriarca y representa la fecundación, el principio arquetípico femenino y la conexión con la madre naturaleza. Espiritual y sabia, tiene acceso a la memoria ancestral, a la memoria del mundo. Intuitiva y clarividente, es símbolo de inteligencia emocional y domina los planos de la acción, la vitalidad y la mente abstracta. Pureza mental y salud moral son sus atributos. Sostiene en sus manos el Libro de la Vida.
Ella es la guardiana del templo, de los más altos misterios y la sabiduría espiritual, pero nos recuerda que sus conocimientos también están al alcance de todo humano, y que ella nos lo puede mostrar a través de la meditación y la concentración, comenzando de ese modo el camino hacia la iniciación y la armonía. La frase “como es arriba es abajo y como es abajo es arriba”, es la clave de este arcano, y con ella nos traslada la suma importancia de valorar nuestros pensamientos, nuestras palabras y nuestros actos, así como a encontrar el equilibrio entre el mundo terrenal y espiritual. Su principio pasivo nos recuerda el arte de dejar que las cosas sucedan, de dejarse llevar y practicar la paciencia y la confianza en que seremos guiados por nuestra voz interior, la intuición, la voz de nuestra alma. Su conexión con el cuerpo la encontramos en el “tercer ojo”, y se conecta con el infinito o mente superior.
Su número es el 2, y ha nacido con la función de observar y entender el mundo. Es emocional e intuitiva, tiene la capacidad de aprender desde las emociones que no se ven, y desde esa perspectiva, desde las emociones de los demás, es maestra en manejar los sutiles hilos que tejen las emociones, como una madre que vela por sus hijos y los prepara para que, llegado el momento, puedan iniciar solos su vuelo. Es el principio femenino y pasivo.
Lectura e interpretación
Mujer sola, viuda, madre separada, abuela. La sacerdotisa nos invita a buscar el contacto con la naturaleza o a desarrollar trabajos que tengan que ver con ella. Predispone a las actividades manuales y a los trabajos de artesanía. Favorece la imaginación a todos los niveles. Nos recuerda que practiquemos la discreción, la prudencia, la paciencia, y sobre todo que confiemos en nuestra intuición. Es posible que la soledad sea lo más adecuado en este momento, pero esta no permanecerá por mucho tiempo, pues en la mayoría de los casos es elegida. Tanto si somos hombre como mujer, nos pide que confiemos en nuestro lado femenino y en toda la riqueza y serenidad interior que nos aporta. Este arcano juega un importante papel protector, similar al del ángel de la guarda, por lo que nos aportará tranquilidad y confianza. Puede anunciar un nacimiento o un cambio de trabajo, pero siempre algo deseado, además de firmeza en cualquier situación.
Es momento de callar, tener paciencia y perseverar. Confiar en nuestros sentimientos, y dejar que las cosas sucedan. También en nuestros sueños, premoniciones o señales que encontramos en nuestro camino, pues seguramente llevaran implícitos mensajes importantes. Debemos abrirnos al mundo de lo irracional y retirarnos hacia nuestro interior. Es momento de tomar conciencia de nuestra sabiduría y de la conexión que tenemos con los registros de nuestros ancestros, para compartirlo con los demás. Debemos tomar conciencia de nuestra feminidad y ponerla en valor.
Mal aspectado o invertido, nos habla de una mujer indiscreta que revela secretos ajenos. También de una falsa profesional del mundo esotérico. Personalmente, nos predispone a la soledad no elegida y mal llevada, a la depresión, el victimismo, la indecisión, la desidia y al alejamiento de la vida espiritual y la naturaleza, que es donde encuentra el equilibrio.

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